24 octubre, 2009

Flash

Cuando mi madre perdía alguna cosa rezaba el reponso a San Antonio de Padua. De oírselo me lo aprendí:

“Si buscas milagros mira: muerte y error desterrados, miseria y demonio huídos, leprosos y enfermos sanos. El mar sosiega su ira, redímense encarcelados, miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos s…
Ruega a Cristo por nosotros, Antonio bendito y santo, para que dignos seamos de vuestras santas promesas. Amén”. Probablemente faltará un trozo.

No importa. El haberlo repetido aquí me trae la visión de mi madre buscando afanosa por toda la casa y la mía, en otra onda, valorando su retahíla y disfrutando mi despreocupada niñez.

Y me he acordado ahora, porque esta mañana, Tere ha sacado, a relucir “los martes de San Antanio” como algo que vio vivir en su juventud. Yo no tenía ni noticia de que existieran “los martes de San Antonio”

San Antonio de Padua, Patrono de los novios, nunca fue un santo al que concediera importancia. Seguramente por eso, porque era Patrono de los novios y yo me veía bastante capaz de encontrar uno sin su ayuda.

Cuando ya lo tenía, conocí a una ancianita, soltera, devota de San Antonio. Problemente no entraba en sus planes casarse, porque cuando una vez la asistenta le dijo aquello de: ¡ “Doña Amparo, ¡usted es que no conoce lo que son los hombres¡, a ella le salió del alma contestar: “^¡ gracias a Dios¡” –
Doña Amparo, tenía una pequeña imagen de San Antonio metido en un fanal. Cuando le pedía algo y no se lo concedía, lo castigaba cara a la pared.

Virginia, amiga de mi madre, era devota en serio de San Antonio de Padua y mira por donde consiguió, antes de morirse, ver casado a su hijo único, ya mayor ( a fuerza de superdotado un poco extraño el chaval) con una buena chica. El día de la boda, Virginia estaba tan contenta, que parecía que la que se casaba era ella.

Voy a considerar lo de “los martes de San Antonio”. Aún tengo a uno por casar y los tiempos son malos.