28 agosto, 2009

Quebrantaste mi sordera

“Tarde te amé hermosura antigua y nueva. Tarde te ame.
Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Te buscaba fuera y estabas dentro.
Quebrantaste mi sordera…”

Sí, estoy citando a San Agustín, malamente de memoria. He tratado de recordar textualmente las palabras suyas que el sacerdote ha dicho antes de empezar la misa, y eso es lo que ha quedado…

Eso mi alegre recuerdo de los niños de Samper recorriendo con la campanita las calles del pueblo chillando: “La novena de San agustínnn…”
y después: “ esta tarde a las ocho, en la Plaza de Santo Domingo”. Y hacia aquella capilla pequeña, abierta sobre un arco, a caballo entre los pisos altos de dos casas ( capillas que tendrán un nombre que desconozco, pero que son muy frecuentes en los pueblos de Aragón, se encaminaban las viejas llevando sus sillas de enea que colocaban en la plaza. ¿Quién no tenía un hijo o un marido que encomendar al santo?

El 27 de agosto de 1635, murió Lope de Vega. …Ese amador empedernido de mujeres y que tan bién las conocía: “ Por leer en tus papeles, libros difíciles leo…”, pero que no obstante amaba a Jesucristo: en 1614 se encamina a Toledo para ordenarse sacerdote:
“Déjé las galas que seglar vestía, ordenéme, Amarilis, que importaba el ordenarme a la desorden mía”. Después de recibidos los últimos sacramentos dijo: “La verdadera fama es ser bueno…Trocara cuantos aplausos he tenido por haber hecho un acto de virtud más en esta vida.