Magnolia
Ayer al volver de la Plaza de la Virgen, de estar un rato con unas amigas en una terraza, pude coger una magnolia. Los árboles estaban cuajados de ellas y generalmente están muy altas. Fue un premio. Cuánta belleza y fragancia tienen cuando aún no se han abierto del todo. “Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto mas vuestro Padre que está en los cielos…”. Sí. muchas cosas buenas nos ha dado Dios las magnolias, el cielo azul, las nubes, los niños…
Teresa, al poco de sentarnos sacó un sobre de papel rojo como la sangre, con su franqueo puesto. Iba dirigido al Presidente del Gobierno. Era un sobre sin carta, no hacía falta. En el espacio del remitente se leían tres o cuatro frases: “ Yo también he sido embrión, en tiempos difíciles, cuando la guerra. Me dejaron vivir, he podido trabajar mucho en la vida…”. Ponía eso, o algo parecido. Teresa es la mayor de ocho hermanos. Su padre y su madre, Maestros de dos pueblos castellanos. El dinero escaso, pero el cariño no. Teresa ha trabajado mucho y hecho mucho bien ejerciendo, en la escuela pública, la profesión de sus padres.
Teresa – mujer apasionada- dijo: “Si nos lo propusiéramos, no habría ni un aborto”. Y nos enseñó un montón de sobres rojos. “Saben que cada uno de ellos es una protesta”. Por no ser corriente un sobre rojo dije: “¿De dónde lo has sacado?” . “Los venden en los chinos”. Al oírla, me propuse escribir una vez más, defendiendo la vida. Los cristianos no podemos cansarnos de hacerlo. “Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se desvirtúa ¿con que se la salará?”. Con sobres rojos o sin ellos, hablando o escribiendo es una responsabilidad grave el tratar de que este mundo - ¿qué más da que pase también en Europa? – no tiña sus manos de sangre, en este caso de sangre indefensa.
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