13 junio, 2009

Los párpados

Quizá porque ahora veo mucho cine por las noches – para no ver la tele, que no se puede ver - me he levantado pensando lo útiles que son los párpados. No solo para poder dormir, descansar y desconectar del mundo sino para cerrarlos, por ejemplo, cuando uno está viendo una escena deshonesta, que ese es su nombre, en una película; porque en la vida siempre podemos, si a mano viene, mirar para otro lado. Si el director de la misma, cuando una pareja entra en el dormitorio no tiene el buen gusto de cerrar la puerta tras ella y dejar fuera a los demás, siempre nos queda el recurso de bajar los párpados, y esperar que pase esa escena, por otra parte carente de interés para seguir el argumento. En estos casos y en los de violencia, siempre queda la posibilidad de cerrar la puerta de los ojos, por la que tanta porquería nos entra si no estamos avispados. Hacerlo, no es puritanismo sino sensatez. Que los ojos tengan la barrera de los párpados y la lengua la doble barrera de labios y dientes nos hace ver, plásticamente, la importancia de guardar vista y lengua si no queremos contaminar nuestra integridad. Ni debemos verlo todo, ni debemos hablar de todo, es el arancel que hay que pagar para ser dueños de nosotros mismos y no una hoja seca arrastrada por el viento, por cualquier viento de doctrina. “Cuidado con la vista, la revista y la entrevista”, aconsejaba hace años a un profesional de prestigio, un varón de Dios. No era mal consejo.


(Carta enviada a "Las Provincias)