En la víspera del Corpus Christi
“ Viene a mi memoria una encantadora poesía gallega, una de esas Cantigas de Alfonso X el Sabio. La leyenda de un monje que, en su simplicidad, suplicó a Santa María poder contemplar el cielo, aunque fuera por un instante. La Virgen acogió su deseo y el buen monje fue trasladado al paraíso. Cuando regresó no conocía a ninguno de los moradores del; su oración que a él le había parecido brevísima, había durado tres siglos. Tres siglos no son nada para un corazón amante. Así me explico yo esos dos mil años de espera del Señor en la Eucaristía. Es la espera de Dios, que ama a los hombres, que nos busca, que nos quiere tal como somos – limitados, egoístas, inconstantes -, pero con la capacidad de descubrir su infinito cariño y de entregarnos a él enteramente.”
( Homilía de San Josemaría Escrivá “En la fiesta del Corpus Christi)
A partir de ahora: silencio. La fiesta del Corpus Christi en Valencia es preciosa. Hay que salir a la calle a rezar al paso de la custodia y a disfrutar. Esta mañana, en la plaza de la Virgen, olía a magnolia y a las flores secas del tapiz del Corpus. “Las Rocas” estaban preparadas delante de la basílica:
“La Fe”, “ Adán y Eva” “La Eucaristía”…
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