09 mayo, 2009

Clase de lengua

Hace días que no escribo y por ello tengo una cierta mala conciencia y algo de corte, pero aquí estoy. Hay que volver a coger las buenas costumbres. Lo contrario es orgullo y pereza. “Volver, con la frente marchita…” Una vez me escribieron un pequeño poema y en el se decía: “¿Jazmín?, prefiero tu frente, sin deshojar”.

El 7 de mayo – un mes después del bautizo de mi nieto Álvaro- empecé a darle clase de lengua a mi nieto Alejandro. ¡Haber si aprobamos¡. Ojalá hubiera empezado antes. Su madre me lo sugirió hace meses y yo me zafé. Mal hecho. Uno a veces se defiende de que los hijos invadan completamente nuestro tiempo y sin embargo, esa invasión nos da la vida. Me lo pasé bien volviendo a recordar el sustantivo, adjetivo y verbo, explicándole a Alejandro el significado de la palabra “cerner”, que junto con “avena” eran las dos únicas palabras cuyo significado no conocía en la lectura de dos páginas que hizo en voz alta, para contármela después y comprobar que sabía hacerlo. Quise que copiase cinco veces cada falta – acentos - que tuvo en el dictado, pero me dijo que en su colegio solo las copiaban tres veces. Las monjas en el mío, nos las hacían copiar diez…

“Se escriben con “b “, todos los verbos terminados en “bir”, menos hervir, servir y vivir” cantábamos enérgicamente una y otra, con la Madre Purificación en clase de morfología. Siempre me fascinaron: la morfología la prosodia y la sintaxis. Por lo demás, la Madre Purificación era una santa.
Jamás apoyaba la espalda en el respaldo de su silla ( los niños lo ven todo), sonreía todo el rato, era muy joven y tenía mucha cara de buena.

Alejandro es un niño dócil y humilde que también sonrie de manera continua, al que da gusto darle clase. No así a su hermana Marta que va de Princesa por la vida ( es guapísima) y ¡ojo si intentas corregirle la entonanción de un verso o la correcta pronunciación de una palabra.¡ A Marta le gusta mucho leerme versos y que la escuche. Tambien me deja que le amplie el repertorio. Marta tiene nueve años. Le leí el “Prendimiento de Antoñito el Camborio”. ¿ “¿Qué te ha gustado más?”-le dije- “Cuando corta limones y se pone el río de oro”, me contestó. Marta saca sobresaliente el lengua.