24 octubre, 2008

Joseph Conrad

Dice Joseph Conrad sobre los sesenta años del hombre ( antes con buen criterio cuando se decía hombre se entendía hombre y mujer): “sesenta años no es mala edad a menos que la veamos en perspectiva, cuando sin duda la mayoría de nosotros la contempla con sentimientos encontrados. ES una edad tranquila; la partida puede darse casi por terminada; y manteniéndonos al margen empezamos a recordar con cierta viveza que estupendo tipo era uno. He observado que por un favor de la Providencia, muchas personas a los sesenta años empiezan a tener de sí mismas una idea bastante romántica. Hasta en sus fracasos encuentran un encanto singular.”
(La posada de las dos brujas)

En su relato “Juventud”, Marlow un viejo marino inglés recuerda su juventud cuando relata su naufragio a los 20 años a un grupo de hombres que habían iniciado su vida en la marina mercante. Él era el segundo de abordo, y con mucho el más joven de la tripulación: “ (el él bote salva vidas) Me de los rostros ojerosos, las abatidas figuras de mis dos hombres y me acuerdo de mi juventud y del sentimiento que jamás volveré a tener: el sentimiento de que podía resistir para siempre, sobrevivir al mar, a la tierra y a todos los hombres; ese engañoso sentimiento que nos eleva hacia las alegrías, hacia los peligros, hacia el amor, hacia el vano esfuerzo, hacia la muerte, el calor de la vida en un puñado de polvo, er resplandor en el corazón que cada año se hace más débil, más frío, más pequeño, y expira, expira demasiado pronto, antes que la vida misma”

Es un párrafo hermoso, no cabe duda pero al escribir el final me ha venido a la cabeza mi madre. Hasta los 85 años vivió sola en su casa. Cada mañana, al pasar por la imagen del Niño Jesús que había en la ante sala, le daba las gracias por tener un día más, mis hijos de niños estaban deseando ir a casa de su abuela.