10 septiembre, 2008

La inclusa

A propósito de la columna “La inclusa” aparecida hoy en “El Mundos”, en la que se desprestigia la inclusa como institución y posible remedio del aborto, querría decir algunas cosas. Mis dos nietos mayores, de los nueve que tengo, proceden de una inclusa de Moscú. Son dos auténticas preciosidades de diez y nueve años: buenos, inteligentes y cariñosos. Son de esos niños con los que una abuela puede soñar, que serán artífices de grandes cosas. Se están educando aquí con unos padres responsables y trabajadores y tres hermanos más pequeños de cinco, dos y seis meses. Tienen una cálida y alegre familia aunque no falten a veces ratos de trabajo y nervios. ¿Tendrían que no haber nacido Alejandro y Marta, solo porque a un columnista – varón – le de por caricaturizar la bendita institución que los recogió?¿Hubiera sido mejor que la madre de cada uno de ellos hubiera abortado porque no podía, por la razón que fuera hacerse cargo de ellos? Todo niño merece veneración, cariño y respeto y la merece desde que empieza a vivir en el seno materno. “Yo no se como Dios te tejió en mis entrañas…” empieza a decirle la madre de los Macabeos a su hijo pequeño para que no desdeñe el martirio y muera como sus seis hermanos, antes de sacrificar a los ídolos. Conmueve este relato de la Sagrada Escritura. Dios teje a un hijo en las entrañas de una mujer. Solo ésta es idónea para hablar de estos temas. Si la mujer no ha sido manipulada, defenderá al hijo con uñas y dientes. Si lo ha sido y no ve otra salida que el aborto, es bien digna de lástima. No seré yo la que pida la cárcel para ella. Bastante cárcel tiene con su propia conciencia. El tema es serio y es nuestro. De las mujeres, y diré más: de las que sabemos que es parir. Por eso cuando un hombre aborda estos temas, de los que no entiende una palabra me parece, cuanto menos que es como un elefante entrando en una cacharrería.