30 abril, 2008

Benedicto XV

No, no me he equivocado. Se trata de Benedicto XV, no de Benedicto XVI.
Siempre he tenido curiosidad de saber algo de él, solo porque para Benedicto XVI era tan importante como para elegir su nombre, aunque en esta elección jugaran también otros factores, y hoy he encontrado el siguiente párrafo suyo, que me ha encantado por lo valiente y por lo claro. Hablando de cómo los apóstoles predicaron la la integridad del evangelio dice:

“Todas las verdades y todos los preceptos de Cristo, incluso los más exigentes sin callar o desvirtuar nada, fueron las cosas enseñadas por San Pablo. Habló de la humildad, de la abnegación, de la castidad, del desprendimiento de las cosas terrenas, de la obediencia… Y no temió dejar bien claro que es necesario elegir entre el servicio de Dios y el servicio de Belial, porque no es posible servir a los dos. Que todos, después de la muerte habrán de someterse a un juicio tremendo. Que nadie puede mercadear con Dios. Que solo se puede esperar la vida eterna si se cumplen las leyes divinas. Que si se incumplen estas leyes haciendo concesiones a los placeres, no se puede esperar más que el fuego eterno…Jamás el Predicador de la verdad pensó que tenía que omitir estos temas porque podían parecer demasiado duros a los que le escuchaban, dada la corrupción de aquellos tiempos.”

Y continúa diciendo el Papa: “¿Desde cuando un médico dá medicinas inútiles a sus pacientes, porque tiene miedo de prescribir las que son útiles?” (Humanum genus)

Ayer, festividad de Santa Catalina de Siena, cumplió Conchita 92 años. Su vida está flanqueada por dos Papas: Benedicto XV y .. previsiblemente por Benedicto XVI.