6 de marzo
No he podido meno de recordar, esta mañana en la misa que un seis de marzo se casaron mis padres a las 7.30 de la mañana en la Iglesia de Santa Engracia de Zaragoza. Junto a ellos la tía Pilar y el tío Luis. Ella hermana de mi madre. Las dos con vestidos ciudados pero normales, sin banquete, un desayuno los cuatro y después, cada pareja a recorrer su camino, eso sí unidos hasta la muerte. Y así fue.
También ha recordado que otro 6 de marzo, quien después fue mi marido, recibió mi primera carta contestación a la suya. Una carta cuidada. Y se la fecha porque tuve ocasión de leer, pasado el tiempo, en su diarío de entonces: “Ha escrito el ángel”.
Después de desayunar me encaro con el profeta Malaquías ( y digo me encaro porque a veces cuesta entenderlos) y leo:
“Y esta otra cosa hacéis también vosotros: cubrir de lágrimas el altar de Yahveh, de llantos y suspiros, porque él ya no se vuelve hacia la oblación ni la acepta con gusto de vuestras manos. Y vosotros decís:¿Por qué? – Porque YAhveh es testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que traicionaste siendo así que ella era tu compañera y la mujer de tu alianza. ¿No ha hecho él un solo ser que tiene carne y espíritu? Y éste uno ¿qué busca? ¡Una posteridad dada por Dios¿ Guardad, pues, vuestro espíritu;
no traiciones a la esposa de tu juventud. Pues yo odio el repudio, dice Yahveh Dios de Israel, y al que encubre con su vestido la violencia, dice Yahveh Sebaot. Guardad vuestro espíritu y no cometáis tal traición
(Malaquías 2, 13-16)
Me encanta ver hasta que punto, para cada día nuestro Padre Dios, prepara nuestro alimento de Pan y de Palabra.
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