21 febrero, 2008

Zavalita

De “Conversación en la Catedral” libro que leí cuando era joven, porque no se diga que falta abertura, y que no me gustó recuerdo además del “bulín”, por el gracejo de la palabrita, que Zavalita, uno de los personajes, pregunta a su amigo. Dice Zavalita, con gran sentido:

“¿Cuándo nos corrompemos?¿Cuándo sustituimos los ideales por intereses?”

Buena pregunta. Creo - y que nadie se ofenda – que los hombres, más que las mujeres, a las que la maternidad salva de múltiples peligros, a la edad del “demonio meridiano” tienen ese peligro. El de corromperse. Recordé a Zavalita al ver un reportaje sobre Stanley Kubrick. Éste hizo su magnífica película: “Senderos de gloria” a los 28 años. Y al oírlo recordé que también Thomás Mann escribió su magnífica novela “Los Buddenbrok” a los 25.

Los hombres inteligentes, acometen jóvenes las grandes obras. De ahí que cuando un hombre se casó joven, tras largo y serio noviazgo y prometió ante Diuos a su novia fidelidad hasta la muerte, no puede decir después que era muy joven y que no sabía lo que hacía u otra zarandaja por el estilo.
Lo mismo que cuando un sacerdote abandona su sacerdocio. Entonces, con neuronas jóvenes y bien “engrasadas”, sabía muy bien lo que se hacía. Lo que luego pasó a la edad madura – si es que trata de cambiar - es que la vida le ha venido grande, ha sustituido ideales – la fidelidad lo esa y uno de los más importantes – por intereses. Tristes intereses que no les llevan a nada bueno. Y no solo porque no se quebranta la palabra dada, sin hacer violencia, sino porque como dice el refrán: “ Nunca segundas partes, fueron buenas”.