El ornitorrinco
Tres oes,tres erres,dos enes y dos ies,forman la palabra que oí decir, creo que por primera vez, a mi nieto Juan de tres años y medio: “Mira, el ornitorrinco”, me decía mientras señalaba con su dedito en su libro a un animal mas bien feo, grande y con hocico, después de haber pasado revista al oso, león, tigre, cebra, reinoceronte, hipopótamo todo tipo de pájaros y animales marinos, sin olvidar al pulpo naranja ( de ese color sale en la película de Peter Pan) que le preocupa especialmente. Además, el pulpo naranja, cuyos tentáculos casi se llevan por delante al capitán Garfio “está enfadado” y Juan subyugado por su ferocidad, intenta parecerse a él poniendo un gesto lo más hosco que puede, con el que trata a veces de asustarnos. Cuando le oí pronunciar lo del ornitorrinco, con esa competencia pensé: "este niño dominará la lengua" y me trasladé en el tiempo.
Cuando mis dos hijos eran muy pequeños, estaba tranquilamente en mi cuarto tratando de hacer un rato de oración, como me enseñaron las madres teresianas de niña ( “Dame todos los días un cuarto de hora de oración y te daré el cielo”, decía en palabras de las monjas: “nuestro Padre Fundador”, hoy ya San Enrique de Ossó), cuando mi hijo que no llegaría a los cuatro años, entró en la habitación y mirándome con aire de triunfo dijo: “Automático”. Sin duda acaba de retener esa palabra, el hallazgo lo encontraba apasionante y trataba de compartirlo conmigo. Me lo quedé mirando y pensé: “a este niño se le dará bien la lengua”. Así ha sido.
Hoy han bautizado a mi séptimo nieto Pablo. María y Ginés que llevan casados nueve años y no han podido tener hijos, han sido los padrinos. María, me ha dado a mí a Pablito al terminar la ceremonia. He sido la primera que lo ha besado después de que su cuerpecito fuera templo del Espíritu Santo. Quiero rezar porque María al año que viene por estas fechas vaya a ser madre.
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