Entre santos anda el juego
Cogí, de la Biblioteca del Colegio de mis nietas, con el fin de echar solo un vistazo la vida de Santa Gema Galgani (1878-1903 ), escrita por su director espiritual. Así me enteré de que Gema Galgani fue canonizada por Pío XII en 1940. Dijo de ella: “Gema Galgani es la flor más hermosa de nuestro pontificado”. Santa Gema era muy rumoreada cuando yo era niña y siempre me dio un poco de miedo porque se hablaba entonces de sus estigmas, como de Teresa Newman.
De todas formas a pesar de que mis padres me compraron “Modelos de santidad” ( libro que daría algo ahora por haber conservado) los santos como modelo no entraban entonces en mi universo salvo como seres admirables y extraños. Me bastaba con el amor a Jesucristo y la devoción a la Virgen. A veces jugaba con mi hermana de hacer altarcitos, sobre todo en el mes de mayo, y la predicación – en la que me sentía canónigo de catedral – corría a mi cargo. No se me daba mal. Una vez me dijo Francisca, “la tata”, cuando ya los altarcitos habían quedado lejos: “Si te oyeran en mi pueblo los pecadores se convertirían”. La pobre Francisca no sabía, y posiblemente yo tampoco demasiado, que eso solo está en manos de Dios.
Benedicto XVI también jugaba a altarcitos y nio se que teólogo nombrado, y no muy ortodoxo se lamentaba de que Ratzinger nunca hubiera olvidado estos. Hubiera conservado siempre su piedad de niño.
A santa Gema se le apareció algunas veces, además del Señor, San Gabriel de la Dolorosa. Santo que figuraba en “Modelos de santidad”, libro del que no recuerdo nada, salvo el nombre de San Estanislao de Kostka y la efigie de Gabriel de la Dolorosa, al que decidido rezarle cada día un Padrenuestro, porque es el último nombre de una persona muy querida
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