26 diciembre, 2007

Tarde con Marta,

He salido con Marta: ocho años, rubia, despierta, monísima y movidísima. He ido con ella a misa de 6 a la catedral “¿Abuela a misa?”, me ha dicho con tono disuasorio. Pero no me he dejado conmover: “la misa es lo más importante que puede hacerse en el día – le he dicho – y además ir a la catedral es un privilegio porque es preciosa” y allí ha estado formalita a mi lado en el primer banco frente a la preciosa Inmaculada de la capilla de la comunión. Ha salido contenta, a los niños también les serena la liturgia cuando el marco en que se realiza es solemne. Me gusta que en esas ocasiones me acompañe porque además, el sentido estético del hombre tiene en ella un buen alimento. Que lo diga, que lo dice, Pedro Antonio de Alarcón que cuenta, profusamente, que el aprendió a disfrutar la belleza con el incienso y el oro de las dalmáticas de ceremonias litúrgicas de la Catedral de Guadix.

La vista de un cuadro del martirio de San Andrés, le ha sorprendido: “abuela ¿que le están haciendo?”. “ Lo están matando”. “¿ Y por qué lo matán?”. “ Porque es cristiano”. Aunque he tratado de explicarle esto, no la he convencido. “Abuela yo no entiendo como alguien no puede querer que se crea en el único Dios verdadero”. Salía ya el sacerdote con casulla roja y he podido decirle que iba de rojo porque hoy es San Esteban que también murió apedreado. Por la mañana había leído estas palabras de San Agustín:

“Todos los tiempos son de martirio. No se diga que los cristianos no sufren persecución; no puede fallar la sentencia del apóstol (…) “Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución (2 Tim 3,12) Todos,dice, a nadie excluyo, a nadie exceptúo. Si quieres probar si es cierto ese dicho, empieza tu a vivir piadosamente y verás cuánta razón tuvo para decirlo.”