Más, de Max Jacob
Ayer no conté acabé de contar la muerte de Max Jacob y vale la pena hacerlo, valiéndome como ya lo hice del libro de Carlos Pujol “Siete escritores conversos”
El día 5 de marzo murió de bronconeumonía en Drancy (campo de concentración) atendido por un médico judío que ha contado sus últimas horas:
“ Decía: Estoy con Dios. Casi no hablaba, no pedía nada. No sufría. Estaba tan lejos de nosotros que no tenía nada que decir. Rezaba.Sólo me manifestó un deseo, quería morir católicamente, y con qué tacto, con que discreción me lo pidió, para no ofender a los que éramos judíos. Compréndalo, he dado mi vida a esta Pasión, murmuraba. No se rebelaba, no hacía ningún reproche, parecía feliz. Sí, creo que era feliz”.
“Tratábamos de animarle para que viviera. Le decíamos que iban a ponerle en libertad, que sus amigos se ocupaban de él, que Tristan Bernard, por ejemplo ya estaba libre. Él respondía con voz queda: Estoy con Dios. ¿A qué hora murió? Al amanecer, cuando se apagan las lámparas. Era mucho más que resignación, era una adhesión completa a una partida, y con una sencillez y una grandeza insólitas.”
En su bolsillo se encontró un rosario, y los judíos que lo habían cuidado se lo pusieron entre los dedos.
Mañana 18 de diciembre, Nuestra Señora de la Esperanza. De momento me invitan a comer en un sitio estupendo.
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