La gordita
La gordita
Cuando tenía tres años me regalaron una muñeca de trapo, que he visto muchas veces, en fotos en blanco y negro, pequeñas y con margen festoneado. Enlas que se ve que la llevo casi arrastrando. Era “la gordita” y parece que le tenía gran amor. Más tarde iba a veces de visita con mis padres a casa de tres primas hermanas de éste: Leonor, Pilar y Esperanza, solteras y primorosas. De la casa, una tacita de plata – hasta una niña podía darse cuenta - solo recuerdo el repostero de la entrada, con el escudo heráldico de los Domínguez que me hacía calibrar la importancia de las dueñas de la casa, y el ambiente pulcro y cuidado, pese a los almohadones macetas y cachivaches. En una casa así solo podían vivir mujeres. Ellas me regalaron “la gordita”, obra de sus manos.
Leonor, la mayor de ellas, era simpática, dicharachera, labios pintados, papada y rizo artificioso sobre la frente, Pilar un poco arisca de trato decían que había sido muy guapa traído loco al Marqués de La Cadena. Pero éste harto de desplantes, pese a su nombre rompió la cadena que le ataba a ella y Esperanza, era maestra y había escrito un libro sobre santa
Isabel de Portugal la infanta aragonesa que se casó a los trece años con Don Dionís el rey de Portugal. Tras siete años felices, Don Dionís “se la pegó” con muchas damas de la corte. Ella, madre de Alfonso IV, hizo entrar a la agonía del rey a todos sus hijos bastardos, a los que había educado en la corte junto a ella como al suyo. Esto y muchas cosas más, como el arrepentimiento del rey que murió teniendo su mano entre las de su esposa, decía el librito de Esperanza que ganó un premio no se si de la Caja de Ahorros de Zaragoza. Santa Isabel de Portugal (1271-1336) está enterrada en Coimbra. Su fiesta se celebra el 4 de julio.
Por azares de la vida me han regalado otra gordita preciosa, que hace las delicias de mi nieta Vega cuando viene a casa.
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