Frente al mar
Ayer estuve con Asun frente al mar. Con motivo de la “America´s cup”, el puerto de Valencia está precioso y los canales para las regatas, han permitido que existan bares como el 39º 27N, que casi parecen barcos y estar en ellos es como estar en la cubierta de un barco. El mar con su inmensidad ayuda mucho a que la conversación esté a la altura de lo que se ve y propicia confidencias. A su vera estábamos, cuando Asun me contó que un profesor universitario sueco agnóstico llegó al cristianismo en su edad madura y el catalizador que desencadenó ese proceso fue el recuerdo de niño del avemaría que le enseñó su niñera polaca. Éste hecho, a esa edad en que los sucesos de la infancia adquieren peso específico le hizo interesarse por el catolicismo y acabó llegando a él y ayudando a algunos compañeros de claustro, a que llegasen también. Me gustó la anécdota, porque siempre he creído en lo que puede dar de sí la buena siembra y mi entusiasmo hizo seguir hablando a Asun: Charles, su marido, de padre holandés y madre rusa también fue educado en el agnosticismo, pero de niño le gustaba ir con otros niños que iban detrás de la imagen de la Virgen rezando. Así aprendió el Avemaría. Y, sin saber porque, la Virgen siempre contó en su vida. De hecho, se casó por la Iglesia, el día de la Virgen del Carmen y desde entonces, sin estar bautizado, gracias a su mujer rezaba una Avemaría cada noche. A ella atribuye Asun que su marido muriera en paz, pese a que siempre tuvo mucho miedo a la muerte.
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