06 junio, 2007

Punto bobo

Cuando mis hijos eran pequeños, me gustaba hacer jerseys de punto, o colchas inacabables de ganchillo. Eran ratos alegres y relajados. Tricotar, da paz. A veces también engancha y se emplea en ello más tiempo del necesario. Cuando en verano jugábamos después de cenar al parchís con los niños, a veces cogía la labor durante la partida, con el general descontento. Alguién decía: “A ver si dejas el punto bobo”. Y es que hay un punto que se llama así, el que todas las pasadas se hacen del derecho.
Ahora, no tricoto, pero lo echo de menos. No me dejan. Mis hijas se oponen a que sus niños lleven jerseys caseros. Tampoco se de la necesidad de tricotar para los indigentes. Todo requiere siempre organización. Por eso me ha hecho gracia encontrar en la lectura de Santa Faustina, que voy a abandonare por un tiempo después de haber leído 376 páginas, lo que dice aislada en su habitación de hospital:

“Esta mañana, después de haber hecho mis ejercicios espirituales, me puse enseguida a hacer labor de gancho. Sentía silencio en mi corazón y que Jesús descansaba en él, Este profundo y dulce conocimiento de la presencia de Dios me impulsó a decir al Señor: “Oh Santísima Trinidad que vives en mi corazón, Te ruego la gracia de la conversión de tantas almas cuantos puntos haré hoy con este ganchillo. De pronto oí en el alma estas palabras: “Hija mía , tus peticiones son demasiado grandes”. Jesús si para Ti es más fácil dar mucho que poco. “ Es verdad, Me es más fácil dar mucho al alma que poco, pero cada conversión de un alma pecadora exige sacrificio”. Y por eso Jesús te ofrezco este sincero trabajo mío; este sacrificio no me parece demasiado pequeño por un número tan grande de almas; pues, Tú Jesús, durante treinta años, salvabas las almas con el trabajo manual y como la santa obediencia me prohibe penitencias y grandes mortificaciones, por eso te pido que aceptes estas pequeñeces con el sello de la obediencia como cosas grandes. Entonces oí en el alma la voz: “Hija mía atiendo tu petición”.