La mirada
Alguien se alegró, y me lo hizo saber, al ver mi entrada de “Martes Santo” y comentó algo muy cierto: si nos alegramos al recibir una mirada de cariño, cómo debe ser la mirada de Jesucristo sobre nosotros…Y digo yo, que las miradas de cariño que a lo largo de la vida hemos ido recibiendo de unos y otros y las nuestras, que torpemente hemos intentado que lo fueran, son como vehículo de su aprobación, un “me alegró de que existas, por eso te cree. Desde antes de la creación del mundo ya estabas en mi mente. Dispuse una serie de causas y efectos, de acontecimientos de toda índole, de aparentes azares que son providencias, para que tu pudieras venir. Te fabriqué una historia para que la vivieras y espero que la aceptes. Que te guste. Que me veas a Mí detrás de ella. Que interpretes bien tu papel en el gran teatro del mundo y tengas paciencia, porque desde antiguo está escrito que al despertar, te saciaras de Mí semblante.”
Hace años, muchos años me dijo Sabina, pausadamente: “Hay miradas que crean y hay miradas que matan”.Yo entonces iba demasiado deprisa por la vida como para tener en cuenta como eran mis miradas. Ahora una de mis hijas, que tiene unos hermosos ojos azules capaces de mirar con infinito cariño, mira a veces con enojo. Seguro que no le faltan motivos pero entonces yo le recuerdo ese madrigal que aprendí de colegiala:
“Ojos claros, serenos / si de un dulce mirar sois alabados/ ¿por qué cuando miráis airados? / si cuando más piadosos / más bellos parecéis a aquel que os mira / no me miréis airados /porque no parezcáis menos hermosos”.
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