En la fiesta de San José
Hoy terminan las fiestas de Fallas en Valencia y se vuelve a la normalidad, gracias a Dios. La protección de San José, en estos días en cuyo honor se celebran estas fiestas es patente. Que no haya desgracias personales con tantos kilos de pólvora esparcidos por toda la ciudad, tanto niño explotando petardos y tanta “mascletá” haciendo retumbar los cristales de las casas, que no se entiende como no entran en resonancia y se resquebrajan, o se quemen los toldos de las terrazas por una carcasa incontrolada, y eso sin contar con el incendio de las mismas casas que están situadas en pequeños cruces de calles en los que se colocan fallas monumentales, cuando se queman éstas, no se entiende sin una especial protección del santo. Sin embargo, del santo se ocupan poco los valencianos y yo quiero decir algo de él.
San José es patrono de vírgenes, de las vocaciones sacerdotales y de la buena muerte. Cuestión ésta, que por lo que nos atañe, es conveniente tener en cuenta. Mi amiga Maribel, y voy a empezar a imitarla no deja nunca de rezar, al acabar el rosario, un padre nuestro al “Patriarca San José”. Mi amiga Maribel, como ya dije está esperando su nieto número veintiocho. Pensando en San José me conmueve su silencio. Ni una sola palabra suya en todo el evangelio…El asombro que le produciría que Dios Niño y Dios adolescente habitara en su casa, él fuera su custodio y le enseñara un oficio, le habría dejado mudo. ¿Para qué iba a hablar, si Jesús con su presencia era más que un libro abierto?. Me conmueve igualmente que tampoco abriera la boca cuando María y Él, lo encontraron en el templo, discutiendo con los doctores de la Ley después de tres días de andarle buscando. La Virgen no se calla: “Hijo ¿Por qué te has portado así con nosotros..? La Virgen, aunque sea la Virgen, es una mujer.
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