De lo que los demás, nos cuentan
A mi nieta Belén, de algo más de dos años, le encanta jugar con el rosario. Es un rosario de cuentas gordas y cruz de madera, sin crucifijo. Lo coge y señalando la cruz me dice: “es María” y me la acerca para que la bese. Lo hago y le contestó: “No, es Jesús”, se queda pensativa y dice: “Jesús se sube aquí”, y pone su dedito sobre el trevesaño vertical. Luego la que se queda pensando soy yo porque a los pies de la cruz de Jesús estaba María su madre. Los niños siempre tienen razón. Ven las cosas más claras. Por eso nos dijo el Señor que tenemos que hacernos como ellos.
Ángeles Almenara, de Palma del río, Córdoba, de cincuenta y cinco años, de profesión asistenta, que casi sin saber de letras, se echa al coleto un libro tras otro que habla de Dios (no en balde es de la tierra de Séneca) y que tiene, como decía Machado “el alma de nardo del árabe español”.
merecería algo más que estas pocas líneas. Pero como dicen que lo mejor es enemigo de lo bueno y que, más vale pájaro en mano que buitre volando, contaré solo algo de lo que me contó la última vez que la vi. Después del
necesario desahogo sobre lo que le hace sufrir su Alfredo, ( los hijos de Ángeles son "su" Alfredo, "su" Juana y "su" Adora ( nunca habla de su marido como de "su" Pepe, a pesar de que él la necesita para todo), me dice: “pero de todas formas es lo que yo digo: “ ¿De Tu mano viene? Bendito sea.” Cuando se marchó tomé nota de esa frase. Ya es mía.
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