De alguna lectura de estos días sin escribir
Mucho lamento no escribir aquí con la frecuencia que debiera. Van pasando los días cuajados de cosas que sería bueno compartir y en parte por pereza y en parte por el gustazo de tener diálogos cara a cara en lugar de virtuales, no lo he hecho. Empecemos a poner remedio.
Dice Carmen Martín Gaite, en “El cuento de nunca acabar”, un libro interesante como suelen ser los suyos:
“En un libro extraordinario y bastante poco conocido, La lámpara maravillosa, dejó escrito Valle Inclán en 1916: “ En ningún momento del mundo pudo el hombre deducir de su mente una sola forma que antes no estuviese en sus ojos”. Elemental ¿no?.Al menos yo no necesitaba a Valle para saber eso. Pero gusta oírlo. ¿Creador? solo Dios. Los demás, con mejor o peor fortuna, hacemos los deberes copiando del gran libro de la naturaleza, los artistas plásticos y del gran libro de la vida los que escribimos. Y continúa diciendo Martín Gaite:
“Esta frase creo que puede servir de clave no solo para entender por qué unas personas cuentan las cosas bien y otras mal, sino para analizar las primeras perplejidades frente a la letra impresa, reino que de improviso se alza fortificado con sólidas estructuras frente a los ojos atónitos del niño y que la mayoría de los maestros le hacen sentir separado del reino de la viva voz y de la experiencia viva por una formidable muralla”. Y aprovecha para lanzar su “pulla” contra esos doctos escritores ilegibles que se complacen en dificultar al personal, la comprensión de lo que dicen.
Me gusta leer a la Gaite, divaga como yo, y está orgullosa de ello y como yo se lamenta: “lo que uno no escribe, se queda sin escribir”. Lástima que cuando habla de religión desbarre a veces.
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