Adrienne de Lafayettte
Cueta André Maurois en sus “Memorias”, que su amigo René de Chambrun, descendiente del Marqués de Lafayette, le contó que había descubierto en el desván del castillo de La Grange (donde había vivido su antepasado) una prodigiosa colección de papeles de familia, cartas, periódicos, documentos; que había allí elementos biográficos que arrojaría una luz nueva sobre la vida de Lafayette; y que el editor norteamericanos con quien se había puesto en contacto, había expresado su deseo de que escribiese yo esa biografía; que él estaba de acuerdo , y que por consiguiente, me brindaba al oportunidad de leer y utilizar esos papeles. Acompañó a Chambrun a Lagrange para echar un vistazo. Y nos dice: “Me quedé estupefacto. El lugar había permanecido poco menos que intacto. Había innumerables cajas llenas de documentos, que milagrosamente no habían sido alterados por la humedad ni roídos por los ratones. Sobre todo atrajo mi atención la esposa de Lafayette, Adrienne. Hasta entonces nada sabía de ella; lo que aprendí me conmovió profundamente.Adrienne había sido literalmente una santa; toda bondad, amor y fe. Sin el menor fanatismo, e incluso con admirable tolerancia, había modelado su vida según la imagen de una cristiana heroica. He aquí, dije, a mis amigos, la más adorable de las santas. Es su vida y no la de Lafayette, la que me interesa escribir.Escribí este libro con ternura, con emoción, con respeto. Entonces conocí la fuerza sobrehumana de una fe profunda y pura. La había presentido, adivinado con frecuencia; pero jamás había sentido tal intimidad de pensamiento con una creyente que vivía. su creencia. Esto me pareció muy hermoso y otros pensaron como yo, pues recibí millares de cartas de lectoras que me daban las gracias por haberles hecho conocer a Adrianne.” 8 de marzo: Día de la Mujer Trabajadora.
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