Una cerveza inolvidable
En recuerdo de San Juan Pablo II, que nació un 18 de mayo, cuento una anécdota de su infancia: -¡Despierta Loleck¡ ¡Nos vamos¡. El niño, despertado bruscamente, se pone de pie de un brinco: había esperado aquel día desde hacía mucho tiempo, su padre había prometido llevarlo a Kalwaria. - En Kalwaria hay todavía mucha nieve . Abrígate bien: las botas, la gorra de piel.. Fuera el aire helado pincha la cara de Loleck y la de otros chicos que suben allí desde Cracovia, desde Kativice, desde Watowice el pueblo de los Wojtyla. Pero en su corazón hay un vivo orgullo: tiene ya seis años, es mayor y puede subir con su padre, suboficial de Intendencia del Ejercito polaco, por senderos estrechos al bosque de hayas y abedules de Kalwaria, donde hace más de trescientos años se construyó una iglesia en honor de la Virgen. En Kalwaria se representa en cuaresma, la Pasión del Señor. A Zapala, padre de familia, vigoroso campesino, le toca este año hacer de Jesucristo. Se ha preparado con una confesión general. Entre remolinos de nieve y a la luz de las antorchas, cae sobre los hombros de Zapala el madero de la Cruz. Para todos, para Loleck mucho más, es ya Jesús. El Redentor abanza sobre la nieve empujado por legionarios romanos, unas mujeres gimen, la Verónica enjuga el rostro de Jesús. Cuando se vuelve todos ven impresa en el lienzo su imagen… Loleck abre unos ojos como platos. - Papá,¿cómo ha sido? El padre hace una señal de silencio. No es hora de explicaciones sino de impresiones, de sentimientos que quedarán para siempre en el corazón del pequeño. Cristo cae aplastado por el peso de la cruz. Toda la multitud conmovida se arrodilla en la nieve. Lo hacen levantarse a latigazos. Loleck no se pierde detalle, a punto de llorar en algún momento. De pronto desaparece. Su padre lo busca entre multitud. La sacra representación ha terminado. Cristo ha muerto y ha sido enterrado. Al fin su padre lo encuentra en la hosteria repleta de gente sudorosa y sedienta. Allí están los legionarios, con sus armaduras relucientes, y, en medio Zapala con sus cabellos largos y su barba.. y ¡con una jarra de cerveza en la mano¡ Así lo recordará Loleck cuando de mayor haga teatro religioso. En una esquina, completamene solo, ensimismado Loleck mira sin pestañear. - ¿Qué haces aquí Loleck? Te he buscado por todas partes… - Papá – susurra el niño- que no se muerto, que bebe cerveza. - Pero ¿Quién? - Jesús…. l (Juan Pablo II, ese desconocido” de Miguel Ángel Velasco de Planeta Testimonio)
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