07 abril, 2017

Semana Santa

El Jueves Santo de 1671, Madame de Sévigné, una de las mejores prosistas francesas, escribe a su hija Fançoise Marguerite: “…quiero asistir a la Pasión del padre Bourdaloue o del padre Mascaron; siempre me han gustado las pasiones hermosas”. La abundante correspondencia entre ambas ha hecho célebre a la primera, pese a que ni pretendió nunca ser escritora y le aterraba la posibilidad de verse en letra impresa. El Viernes Santo escribe: “Escuché la Pasión de Mascaron que en verdad fue muy hermosa y conmovedora. Me habría gustado ir a la de Bardaloue, pero la imposibilidad me ha quitado las ganas. Los lacayos estaban guardando sitio desde el miércoles, y el agobio era insoportable. Sabía que iba a volver a pronunciar la que Monsieur de Grignan y yo escuchamos el año pasado en los Jesuitas; y era bellísima y la recuerdo como un sueño” En los 50, el día de Viernes Santo, a las 12, mis padres mi hermana y yo oíamos por “Radio Nacional” la predicación de “Las Siete Palabras” a cargo de un predicador “de campanillas” jesuita o dominico, según los años. Luego los cuatro rezábamos de rodillas treinta y tres credos en recuerdo de los 33 años de la vida del Señor. Al rezo se añadía tímidamente Francisca, “la muchacha”, sin que nadie la invitara a hacerlo, era bienvenida.