22 marzo, 2017

Fe

En “Memorias de Roma en guerra” ( José Orlandis) encontré un hecho de la vida del Padre Garrigou – Lagrange, que voy a relatar: Al P. Canals (dominíco) después de abrirle en quirófano le volvieron a cerrar porque no había nada que hacer. Sus hermanos de la Orden le apreciaban mucho y de momento no lo sacaron de su error, llevado de su carácter animoso, de creer que la operación había sido un éxito. “Pero el engaño terminó el día que el Padre Garrigou- Lagrange, el más prestigioso teólogo dominico de Roma, acudió a la clínica para visitar al enfermo. “Padre Canals - dijo de entrada y sin más preámbulos- con usted están representando una comedia en la que no estoy dispuesto a participar..Vd. es un buen religioso que ha consagrado su vida al servicio de Dios, y no puede por tanto tener miedo a la muerte. Es preciso que sepa que no se le pudo operar y que de no producirse un milagro, le quedan pocas semanas de vida. Y usted tiene derecho a saberlo porque este tiempo es precioso y ha de para poder aprovecharlo para hacer méritos, ofrecer sus padecimientos y prepararse , como buen fraile dominico, al encuentro con Dios, que será el coronamiento de su vida religiosa.” Estas fueron más o menos sus palabras; nos las repitió el P. Canals a Salvador Canals y a mí, como cuan ese mismo día, cuando como otros mucho, fuimos a visitarle mientras permaneció en la clínica. Estaba alegre y agradecido y, tras reprocharnos afectuosamente haber callado la verdad, añadió lleno de buen humor: “Pues yo ya me redicho como se dice en mi tierra: arrecoge las patas que vamos de viaje”. El 28 de diciembre, fiesta de los Santos Inocentes, a última hora de la tarde, el P.Canals entregó su alma a Dios, que fuimos testigos de su muerte santa y apacible.”. Ahora, por las mañanas, estoy leyendo “El Salvador” (Ed. Patmos) de Garriogou –lagrange del que no había leído nada.