19 octubre, 2016

Aquí de nuevo... con esperanza

He leído, poco a poco, otra vez . “Historia de un alma” de Teresa de Lisieux. Un verdadero placer para quien ame las historias bien contadas y sin duda un buen empujón, no solo para ser poco mejor, sino para convencerse de que los santos son, como no podía ser de otro modo, muy parecidos a nosotros, solo que se han empeñado en serlo y conscientes de que solos no podían, se han puesto en manos de Dios. Como acostumbro, contaré algo pese a la enorme dificultad de elegir entre lo mucho bueno. “..el recuerdo que la madre Genoveva dejó en mi corazón es un recuerdo impregnado de fragancia… El día de su partida al cielo viví una emoción muy especial. Era la primera vez que asistía a una muerte, y el espectáculo fue realmente encantador..Yo estaba colocada justamente a los pies de la santa moribunda y veía perfectamente sus más ligeros movimientos. Durante las dos horas que pasé allí, me parecía que mi alma debería estar llena de fervor; por el contrario se apoderó de mí una especie de insensibilidad. Pero en el “momento mismo” en que nuestra santa madre nacía para el cielo, mis disposiciones interiores dieron un vuelco: en un abrir y cerrar de ojos me sentï henchida de una alegría y de un fervor inexplicables. Era como si la madre Genoveva me hubiera dado una parte de la felicidad de que ella ya gozaba, pues estoy plenamente convencida de que fue derecha al cielo… Cuando vivía le dije una vez: “Usted, Madre, no irá al purgatorio”. - “Así lo espero”, me contestó con dulzura. Y seguro que Dios no defraudó una esperanza tan llena de humildad. Prueba de ello son todos lo favores que de ella hemos recibido..” Espero que esto, tenga su recompensa porque escribirlo ha sido muy costoso por la continua rebeldía de mi ordenador... o mi inutilidad.