10 diciembre, 2015

Muerte de dos poetas

Cuando el 19 de agosto de 1936 asesinaron a Garcia Lorca en Viznar (Granada), éste cuando le iban a fusilar “quiso confesarse pero el cura ya se había ido”. José Jover Tripaldi (autor del testimonio ) “viendo la terrible angustia que esto le había provocado, le dijo que si se arrepentía sinceramente de sus pecados, con toda seguridad, éstos le serían perdonados, y le ayudó a rezar el “Yo pecador”, que el poeta solo recordaba a medias. Años después José Jover insistía en dijo Lorca parecía más tranquilo después de rezar. Al leer esto recordé en su romance a Antonio Camborio: “¡Ay Antoñito el Camborio / digno de una emperatriz / acuérdate de la Virgen / porque te vas a morir.” Y en otra ocasión, también en sus versos había expresado su deseo de no morir de muerte violenta en el romance sonámbulo: “Compadre quiero morir /dlo decentemente en mi cama. / de acero si puede ser / con las sábanas de holanda”. Parece que esto de querer no morir de muerte violenta es deseo de todos, sin embargo Miguel Hernández, que murió un 28 de marzo en la cárcel de Alicante pasado de tuberculosis dijo también en sus versos que deseaba morir en el campo de batalla: “la boca contra la grama”. En fin.. La muerte es algo que no controlamos, pero decía Ronald Knox algo consolador que como la muerte es un duro trago y Dios es Padre acostumbra a concedernos el tipo de muerte por el que rezamos. Podría contar más de un ejemplo de que esto funciona pero solo contaré uno: A Pepita, que era soltera y sin hijos y quería morir sin dar la lata a nadie por tenerla que cuidar, y rezaba todas las noches un padrenuestro a San José, para conseguirlo la encontraron una mañana muerta sobre su cama mientras hacía esta.