16 diciembre, 2015

El hogar refugio del ser humano

“Es significativo cómo –incluso en la cultura individualista que desnaturaliza y hace efímeros los vínculos – en cada nacido de mujer permanece viva una necesidad esencial de estabilidad, de una puerta abierta, de alguien con quien entretejer y compartir la historia de la vida, la custodia recíproca, el encuentro y la memoria de las generaciones, el acompañamiento educativo, la transmisión de la fe cristiana a los hijos. Y mientras más profundas son sus raíces, más es posible ir lejos en la vida, sin extraviarse y sentirse extranjeros en cualquier territorio.” Son palabras del Papa Francisco, pronunciadas el 4 de octubre del 2014 en su discurso en la plaza de San Pedro en el Encuentro con las Familias ( “La familia escuela de Humanidad”). Palabras que haríamos bien en leer dos veces a fin de que penetren en lo accesorio de nuestras vidas que tristemente acapara tantas veces nuestra atención. Se acerca la Navidad. Pensar en la preparación de la cena de Nochebuena, y la comida de Navidad, con el trabajo que lleva consigo, sobre todo cuando quien las prepara es una abuela a quien Dios ha dejado ver la fecundidad de su semilla, revolotea sobre su cabeza con más frecuencia de lo que sería deseable. Abuelas venerables, ¡ Ánimo y al toro ¡ la familia vale la pena. Quizá sea lo único que de verdad vale la pena. (