Dios dirige la barca
Ayer, ví una vez más, que Dios siempre ha dirigido la barca de mi vida. No hay azar, lo dijo Einstein, que aunque lo suyo sea la Física, bueno será citarlo, sobre todo cuando la cita nos cuadra. Me gusta hablar de Providencia en lugar de hablar de azar. Y al hilo de esto diré que un “ingeniosillo” apuntó que la palabra “casualidad” permite a Dios conservar el anonimato. A lo que iba es que ayer me dí cuenta que gracias a la elección de Colegio por parte de mis padres acabé conociendo al que sería mi marido y padre de mis cuatro hijos. Es decir, que Dios se valió de una meditada decisión de mis padres para encauzar mi vida, porque la vida de una mujer se realiza fundamentalmente en la familia, y no en lo alto que haya llegado en su vida profesional, aunque hoy se hipertrofie ésto, en detrimento de aquella. A ver si los tiempos de crisis económica que vivimos nos ayudan a poner las cosas en su sitio y nos tomemos la familia en serio porque como decía Chesterton: “Quien deshace una familia no sabe lo que hace, porque no sabe lo que deshace. Recuerdo, parece que lo estoy viendo, la tarde en que mis padres eligieron colegio para nosotras. Se decantaron por “Las Teresianas”, entonces en Cirilo Amorós 62, aunque se barajaron otros colegios de monjas. Una decisión acertada porque las monjas fundadas por San Enrique de Ossó aunaban, con seriedad, la formación religiosa y la intelectual. Entonces no se concebía la educación mixta, cosa que no puedo menos de celebrar. Es grato ver un hilo conductor en el desarrollo de la propia vida, la frase de Soren Kierkegard: “ hay que tomar las aguas desde más arriba” ayuda a ello.
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