Las tortugas de la Glorieta
Las tortugas de la Glorieta Aquellos niños que en los 70, jugaban alegres en las tortugas de la Glorieta, ven ahora a sus hijos – los han tenido tarde - subiéndose a ellas, y metiéndose por el mismo tunel, con agujeros por los que ellos gateando, asomaban la cabeza seguidos por la vigilante mirada de sus madres o niñeras. Dicen que las tortugas viven mucho, las que hay en Glorieta, imperturbables y poéticas, siguen allí donde las pusieron, sin necesitar más mantenimiento, que una capa de pintura de vez en cuando. Y es que antes las cosas se hacián para durar. La cultura de usar y tirar, vino luego. Y se le tomó tal afición que podría decirse que ahora hay quienes no distinguen demasiado, entre cambiar el sofá del cuarto de estar, y cambiar de mujer o de marido. Pero dejemos eso. La cultura de usar y tirar, produce ingentes cantidades de basura y aumenta considerablemente la entropía del planeta. No nos vendría mal poner un poco de orden en nuestros planteamientos, cualesquiera que sean éstos. Ordena en tu paz nuestros días...rezamos en el canón de la misa. Oírlo, me da paz. Es como si la sensatez se abriera camino trabajosamente en un mundo desquiciado. Ordena nuestras cabezas, pido a Dios, para que no acabemos dando al traste con todo. Decía San Agustín: “Guarda el orden, y el orden te guardará a ti”. Éstas y parecidas reflexiones me acompañaron durante el camino a casa, tras haber visto a mis nietos jugar en las tortugas de la Glorieta. Volví por el Puente de las Flores y miré con pena las murcianas porque, según me dijeron, otros años, cuando éstas están arraigadas, van al vertedero y las reemplazan por Flores de Pascua... Una vez más, el despilfarro. ¿Podríamos evitarlo?
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