23 mayo, 2013

Providencia

Hace tiempo que quería contar dos episodios de la vida de D. Álvaro del Portillo. Ha llegado el momento: El 23 de septiembre de 1928, Álvaro del Portillo tenía 14 años, su hermano deseaba invitarlo ese día al teatro “Novedades” de Madrid, donde estaba en cartel un sainete popular. Por motivos que desconocemos no pudieron asistir. Pues bién durante esa función se produjo un incendio, cuyas llamas se veían desde Getafe, que los bomberos no pudieron sofocar, solo impedir que se transmitiese a los edificios vecinos. El local contaba con noveciuentas plazas y estaba lleno – suceso narrado por el periódico ABC de Madrtid del 25-9- 1928 –Hubo sesenta y siete muertos y más de doscientos heridos y contusionados: muchos de ellos aplastados o pisoteados. Fue una gran tragedia. Alrededor de 1931, en La Isla, una población de la costa asuriana donde Álvaro veraneaba con su familia ocurrió un suceso providencial. Álvaro y un hermano suyo habían quedado para salir con unos amigos de excursión. Pensaban hacer una travesía en motora hasta Villaviciosa o Ribadesella. Inmediatamente antes de zarpar, cuando ya estaban embarcados, su hermano le dijo que se quedaba en tierra, porque no se encontraba bién. eN tonces Álvaro decidió acompañarle y no se embarcó. A las pocas horas y sin previo aviso, se desencadenó una tremenda galerna en esa zona costera y naufragó la lancha. Se ahogaron todos los tripulantes, excepto el más joven que logró llegar a la orilla, a pesar de la marejada. Mientras luchaba contra las olas, prometió que, si no se moría entregaría su vida al Señor. Alcanzó unas rocas y se salvó. Se le había quedado el pelo completamente blanco. Al poco, ingresó en el convento de Valdediós. Más adelante , Álvaro afirmaría que este suceso le había hecho pensar que el Señor lo había dejado con vida porque tenía pensado algo para él. ( “Álvaro del Portillo, un hombre fiel”, Javier Medina Arroyo)

1 Comentarios:

At 25 mayo, 2013 10:05, Blogger misael escribió...

Rosa,

Parece que el Señor quiso conservar la vida de D. Álvaro. Le tenía reservados "unos trabajos" con un señor aragonés. (ja, ja, ja)

Saludos

 

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