28 abril, 2013

Apostar por la vida

Antes las mujeres nos “mediamos” por el número de hijos que habíamos traído al mundo. ¿Qué otra cosa mejor podía hacerse que dar hijos a Dios y a la patria? Admiré a mi abuela que tuvo doce y Silvio Rodriguez a la suya que tuvo once: “ me conmovió esa mujer que parió once veces / me conmovió porque era mi abuela, además”. Cuando nosotras pensabamos: “¿hijos? los que Dios quiera”, el matrimonio era algo serio, no un juego que se cambia por otro para matar el aburrimiento. Hoy, a fuerza de concesiones a un sexo baladí y sometidos a una manipulación organizada y sin tregua ( el aborto mueve mucho dinero), hay mujeres que en lugar de estar orgullosa de su maternidad pretenden defendiendo el aborto, defender lo indefendible. Son mujeres, déjenme decirlo, de ideología, no de cuerpo entero. Preguntado en televisión Eduardo Verastegui, sobre el aborto, afirmó: “ “Ninguna mujer abortaría, si tuviera el vientre de cristal y pudiera ver el milagro que lleva dentro”. Y, sobre el mismo tema, el cardenal Jorje Bergoglio: “La mujer embarazada no lleva en el vientre un cepillo de dientes; ni tampoco un tumor. La ciencia enseña que desde el momento de la concepción, el nuevo ser tiene todo el código genético. Es impresionante. No es pues una cuestión religiosa sino claramente moral. Estamos en presencia de un ser humano.” Hemos oído a un cubano, un mejicano y un argentino.. ¡Pobre Europa¡. (carta enviada a "Las Provincias")