Enganchada al ganchillo
Al fin empecé a tejer una manta de lana de colores, a ganchillo, como la que hice en mi juventud. Ella tiene la culpa, amén de la brega diaria, que es fuerte, de que haya dejado el “blog” demasiado tiempo en dique seco en lugar de navegar, como mensaje en botella, por esos mares de Dios. Mis hijas me la desaconsejaban, como de “otros tiempos”, yo la revindiqué: en la magnífica película “Tierras de penumbra” se ve una de ellas y en “Siete novias novias para siete hermanos” la protagonista lleva sobre los hombros una pañoleta igual que mi pequeña manta. Pero sinembargo al ganchillo hay que saber ponerle punto final porque sino “engancha”. Como comer bombones. Un punto tras otro..como la vida. Cuando se da un punto en falso hay que deshacer, no vale seguir tejiendo pensando que no se notará. Se nota. Los errores no se arrastran, se deshacen. Un cristiano sabe que siempre puede hacerse: leáse “El arte dee aprovechar nuestras faltas” de José Tissot ¿Dónde está “Misael” el único entre los que me leen que cuelga un comentario? Se le echa de menos. Es verdad que muchos no saben hacerlo, Al margen de la manta, que tiene su interés, hay cosas estupendas en mi vida de esta última temporada: me he ido de curso de retiro - poco antes de que saliera nuestro Papa Francisco al que pienso apoyar con oración con alma vida y corazón - y saco a diario por lo menos media hora de andar.Lo hago siempre por el hermoso camino de castaños que he recorrido muchas veces de universitaria, porque a ellos se asomaba la Facultad de Ciencias. ¡Cuántos recuerdos y cuánto que agradecer a Dios..¡ ¡Qué suerte no haber tenido que emigrar y tener una bonita familia a la que sacar adelante¡. En esa media hora de andar cabe bién el rezo del rosario y alguna cosa más. Estoy acabando de leer –y bien me pesa – “Amor y autoestima” de Michel Sparza. Agobia el no poder compartir de él tantas cosas como me gustaría hacer. Hasta pronto.
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