27 enero, 2013

Pequeñas cosas

He decidido volver a mi desayuno de mermelada y mantequilla, después de una temporada de tostadas con aceite, una delicia. Es como encontrar a un viejo amigo, y empezar alegremente la mañana. Ayer ordené la nevera y es gozoso abrirla. No sé como no mantengo el orden con lo gratificante que es. Mi nevera era últimamente un caos donde costaba encontrar lo que se buscaba. “El orden conduce a Dios”, decían a veces las monjas en el Colegio, creo que citando a San Agustín . La madre Mª Teresa Quintana decía a veces a mi hermana: “Carmen ¿cómo es tan desordenada con lo ordenada que es su mamá?”. La verdad es que yo no veía por ninguna parte de donde podía sacar la monja ese dato. Mi casa era una casa corriente, con un orden corriente que para su mantenimiento contaba además con una “muchacha” - así se las llamaba entonces a las empleadas del hogar, algunos las llamaban “criada” término que siempre encontré encontré peyorativo. Admiro la caridad de la monja, eso si. Siempre hay que ver positivamente al personal aunque no haya demasiada evidencia para ello. Ordenar es importante, pero mantener el orden lo es aún más, creo yo. Hoy me propongo ordenar mi agenda y el llamado cuarto de la plancha que es una especie de cajón de sastre. Veremos. No ordené nada ninguna de las dos cosas, pero tuve un día bonito en el que recé bastante, disfruté de mis hijos y de mis amigas, hice en la velada estrellas de ganchillo y me acosté feliz. Al orden le llegará su turno, ¡no faltaba más¡

1 Comentarios:

At 31 enero, 2013 16:07, Anonymous Anónimo escribió...

Rosa,

Buenísimo. Me ha hecho sonreir.
Con respecto a la exageración de la hermana, pienso, como vd., que para las cosas de Dios nunca se exagera suficiente ;-)

Saludos. Misael

 

Publicar un comentario

<< Home