22 agosto, 2012

Lucecita

Desde que la leí, una frase me ronda pidiéndo que escriba algo sobre ella. Es ésta: “Yo llevaba mi alma en la mano, como una lucecita, para que iluminase la suya”. La dice Verónica, la protagonista de una novela de Gertrud von Le Fort. Verónica, enamorada de Enzio, ha tomado sobre sí, la penosa y apasionante tarea de acompañar a éste en su búsqueda, consciente o no, de Jesucristo. Ésta sabia actitud en la mujer : esposas, madres o hermanas, de sentido opuesto a la que asumió Eva en el Paraíso, y de la que tantos ejemplos tenemos desde Santa Mónica hasta tiempos recientes, hoy, en gran proporción, ha cambiado. Porque como decía Julián Marías, al que el tema de la mujer siempre interesó: “En España la mujer que mayoritariamente ha sido religiosa desde los tiempos de Recaredo, a partir de los 70 ha dejado de serlo”. Ese hecho del que escribía en “La mujer en el siglo XX”, lamentablemente lo hemos visto crecer. Quizá en nuestro siglo las cosas empiecen a cambiar. Alegra pensar que cuando alguien cercano a Juan Pablo II le preguntó cómo veía al mundo, respondió: “con opotimismo” Y en la homilía de la canonización de Santa Faustina Kowalska el 30 de abril del 2000, dijo: “La luz del Mensaje de Misericordia confiado a Santa Faustina por Jesucristo iluminará al hombre del tercer milenio”. La mujer si quiere tiene por delante la noble tarea de ayudar al hombre, o por lo menos no estorbar, a que éste después de esta vida llegue al cielo, ojalá sea capaz de asumirla con valentía.

1 Comentarios:

At 23 agosto, 2012 18:15, Blogger misael escribió...

Rosa,

La mujer, principalmente, ha aportado el sentido religioso a la familia. Aún hoy vemos, en cada misa, acuden a ella mayoritariamente mujeres.

Saludos

 

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