Sobre Jane Austen
Leí también hace poco: “Mi querida Casandra” de Jane Austen. Son las cartas -. deliciosas - de Jane Austen a su hermana Casandra, con la que estaba muy unida. Las disfruté: todo un entorno familiar y social descrito con cariño, ironía y su pizquita de “tierna” resignación cristiana. El libro, apaisado y de buen tamaño, está además, bellamente ilustrado, recordando esas novelas de la autora, que hemos visto y disfrutado en películas o en series de la BBC. Junto a las cartas, aparecen fragmentos de sus principales novelas: “Orgullo y Prejuicio”, “Emma”…
De las cartas:
“… Miércoles. He cambiado de idea y esta mañana he puesto otros adornos en el sombrero; ahora son como los que tu me sugeriste; me parecía que no prosperaría si me desviaba de tus directrices y creo que ahora me parezco más que antes a lady Conyngham, quer es todo lo que se puede desear en la vida.” (18-diciembre de 1798)
“Me alegra que Martha y la señoraLefroy quisieran el patrón de nuestros sombreros, pero no me alegra tanto que se los dieras. Es necesario tener un deseo prevaleciente para animar el pensamiento de alguién y, al concederlo, sólo das pie a que formulen otro que probablemente nio será ni la mitad de inocente.”
“Me aflige cruelmente tu petición de libros; no se me ocurre ningunio para llevarme y tampoco creo que los necesitemos. Voy a verte para hablar, no para leer o escuchar lecturas. “Eso” puedo hacerlo en casa; y te aseguro que ahora estoy utilizando una reserva de inteligencia para verterla sobre ti como “mi” parte de la conversación. Estoy leyendo la Historia de Inglaterra de Henry, y te la repetiré del modo que prefieras, ya seaono suelto desordenado e inconexo, ya sea dividiendo mi recital como lo divide el historiador en siete partes…”
Tengo reseñados más fragmentos, pero logicamente no puedo ni copiarlos ni retenerlos. Debo dejar que se pierdan en mi mente, aunque no se pierden, forman el mantillo, como diría Unamuno. Y como digo yo: por ese mantillo del bosque de nuestras lecturas, nos unimos y conocemos unos a otros y se nos hace más llevadero nuestro peregriaje por el mundo. Luego, no escribiremos.Viviremos.
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