Sobre el entusiasmo
“El entusiasmo es la dilatación experimentada por el cuerpo y el espíritu vividos en unidad indisoluble. Eso tiene lugar por la expectativa que acompaña el encuentro con la realidad. Porque no se trata del encuentro con “tal” realidad ni con “tal otra” , sino en la “realidad en cuanto a tal” y solo por serlo enencuentra.
Aquí es donde podríamos preguntarnos por qué hay espíritus entusiastas y por qué hay otros que no lo son. Es todo un misterio. A principios de los años cincuenta, en las aulas de Filosofía se contrastaba una exclamación de Ortega en las “Meditaciones del Quijote” con un título de Sartre: “La Náusea”. Oretega escribía: “Bienaventuradas sean las cosas.¡ Amadlas.” El título de Sartre daba a entender que su talante era opuesto a éste.
Sentir la gratitud a Dios y a los hombres es recibir una gracia que tal vez sea como “la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a éste mundo” ( Mario Parajón )
Al leer esto, he pensado que los niños, cuando lo son, son entusiastas. Recuerdo que mi hijo mayor, de niño, gesticulaba y vivía de tal forma cuando me contaba algo que le había impresionado, que me creaba un conflicto para poder sintonizar con él. No le iba a la zaga el segundo, que se levantaba de la cama de un salto, cuando al entrar a llamarlo le decía – con verdad - ¡¡Excursión¡¡ - ( luego a los 18 se iría en la carabela “Pinta”). Y ahora me hace sonreír recordar una foto suya de dos años, en la que cuando a penas sabía dar dos pasos, ya llevaba un coche en cada mano. Teresa de Lisieux, de niña cuando su hermana mayor le llevó una cesta con cintas, juguetes y fruslerías para que eligiera algo, le quito la cesta y dijo: “ Yo ¡ lo elijo todo¡”. Lo cuenta en ese delicioso libro que es la “Historia de un alma”. Lo hizo, ¡eligió todo¡.
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