12 octubre, 2011

Octubre

Ya vamos casi por la mitad.. y efemérides de todo tipo se agolpan en él sin que dé tiempo a recordar en dos líneas cada una. En la eternidad esto no pasará.

No está mal, pensar alguna vez en el inmenso disfrute intelectual – añadido a la visión beatífica - que supondrá, para quienen esten interesados en ello: comprender a fondo la historia – la personal y la otra - y sus implicaciones hasta entonces desconocidas, y encontrarnos, como con un amigo en el bar de la esquina, con quienes con, sus libros, tan buen rato nos han hecho pasar: Chesterton, Lewis, Dostoiesky, Sheed, a Ronald Knox, a Sigrid Undset y hasta el Padre O´Connor que llevó a Puerto de Salvación a nuestro G. K. Chesterton que, a su vez a tanta gente ha llevado a Dios con su pluma, entre ellos a nuestro J. M. de Prada. De joven me ilusionaba pensar que cuando llegara al cielo conocería a D. Miguel de Unamuno, al que conocía bien y en muchas ocasiones me enardecía. Aunque lo mismo lo admiraba, que perdonaba la vida, porque una mujer, por serlo, ve las cosas serias mucho más claras que un hombre, aunque éste sea inteligente.

En Octubre, evoco con facilidad la Revolución Rusa. Es lógico: nací en 1940, mi padre había estado durante la guerra en la defensa de Belchite contra las fuerzas rojas, y desde universitaria, durante demasiado tiempo más, el comunismo, para bién o para mal, estaba en la mente de todos. Por suerte en mi caso,- cabezas soberanas cayeron - me salve del engaño que el marxismo supone por la fe en Jesucristo y su Iglesia, afianzada por los buenos libros que siempre me acompañaron..

La conversión de Rusia se produciría, dijo la Virgen en Fátima en 1917, si rezábamos el rosario. Ha sido para mí emocionante ver que esta profecía ha empezado a cumplirse:

Ha llegado a mis manos una bonita estampa: un icono de San Josemaría, obra de un autor ortoxo: Alexander Socólov. El texto de la cinta que sostiene dice: “A todos llama Dios a la santidad, cualquier tarea honrada puede convertirse en iunstrumento de santificacvión propia y ajena”. Pero lo emocionante para mí del caso es que este icono se venera en una Iglesia de la antigua calle de Carlos Marx en Moscú.

Una vida dá para mucho. Para comprobar la verdad del salmo “…no así los impíos, no así. Serán paja que arrebata el viento”

í.