06 octubre, 2011

De San Francisco de Asís

En un pequeño libro de San Francisco, ilustrado con frescos de Giotto, he encontrado estas líneas suyas:

“El demonio quiere cegar, por medio de negocios y cuidados seculares, el corazón del hombre, y habitar en él. Por eso, pues, todos los hermanos estemos más vigilantes, no sea que so pretexto de alguna merced, o quehacer, o favor, perdamos o apartemos del Señor nuestra mente o nuestro corazón.”
(Regla de 1221, capXXII)

Humildad

“La humildad es el reconocimiento de la verdad sobre Dios y sobre nosotros, el reconocimiento de nuestra insuficiencia y dependencia al darnos cuenta de que no tenemos nada que no hayamos recibido”

(Los Principios SSF)

Sobre la vida de San Francisco un hermoso libro es el de Chesterton, susceptible a más de una lectura en la vida.

El 4 de octubre de 1958 – festividad de San Francisco de Asís – llegó a mi casa, quien sería mi marido y el padre de mis hijos. Tenía en común con él: el ser poeta, la simpatía, el no tener un chavo, y el ser vivo de expresión y menudo de cuerpo. Era un hombre con un cristianismo de fondo, sin el cual aquella agradable conversación que tuvimos, no hubiera tenido lugar.