25 septiembre, 2011

La leyenda de Buda

Terminé de leer “La leyenda de Buda” en la versión de Juan Arnau – mi hijo - que “Alianza Editorial” ha publicado esta primavera. Su lectura es fluida y profundamente poética - de ello da cuenta abundante la contraportada del libro - , y si apreciando yo, sin reservas, esas cualidades, no he llevado su lectura, al ritmo que su autor esperaba de mí y tampoco he dado “catas” de él en el blog, como es mi costumbre, ha sido por motivos religiosos:

Me encendía pensar en tanto budista que no habiendo teniendo la suerte de conocer, con profundidad, la espiritualidad cristiana, por distintos motivos, acepta la transmigración, el control de la mente y “el despertar” como único horizonte en la vida. A mi no me interesaba conocer lo que Buda dijo, mucho tiempo antes del nacimiento de Cristo, sino que alguién, conociendo su poensamiento – y ese sería el caso de Juan Arnau - les hable de la alegría profunda de la Encarnación del Verbo, del gozo de sabernos intensamente amados por Dios, con nuestra propia individualidad, querida por Dios, con mimo – como un Padre quiere a cada uno de sus hijos tal como es y no confunde a uno con otro - . Que conozcan el empuje que para la vida supone, el saber que Dios nos mira y nos cuida. Que nada escapa a su voluntad. La hermosura de esas palabras de la Escritura: “¿Puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidare,Yo no me olvidaré de tí”. Que al despertar “nos saciaremos de su semblante”…

Cuando algo de esto comenté con el autor de “La leyenda..”, me dijo: “Tu eres como D. Quijote cuando arremete contra el teatrillo de “ Maese Pedro”, tomándolo por real. Lee el libro con distanciamiento. Todo libro tiene muchos niveles de lectura.” y Añadió algo de impacto: “estoy seguro que a Ratzinger le gustaría”.

Con estas razones, he llegado, disfrutando, al final del libro. Y cosa curiosa al día siguiente de hacerlo vino a a pintar mi casa Edward, un indio:alto, delgado, de ojos profundos en un rostro bueno y todo el señorío de un “ taghata” y llevaba un rosario colgado del cuello. Al preguntarle si era católico, me dijo qure sí. Aunque dee padres indios había nacido en Colombia.

1 Comentarios:

At 25 septiembre, 2011 18:18, Anonymous Anónimo escribió...

Es cierto, impacta la distancia que uno tiene que coger para decir eso del Papa; sería como decir, seguro que le gusta al tal Ratzinger. La erudición, y vd. lo sabe mejor que yo, sólo es valorable si está orientada hacia las cosas últimas. A mi me llama mucho la atención el cómo algunos y algunas tienen esa actitud de admiración hacia la espiritualidad oriental mientras mantienen un rechazo hacia la espiritualidad propia, la occidental. Yo, Rosa, hace tiempo que decidí que habiendo muchísimos libros de espiritualidad católica, ¿ para qué perder el tiempo en novelas u otros géneros si hay miles de lecturas santas esperándonos ? De todas formas, los hijos están para quererlos y punto.

 

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