14 enero, 2011

La tía Pilar

Si no soy capaz de saber estar con mis nietas con esa laboriosidad mesurada y amable igualdad de ánimo, que tanto agradecen los niños, no será porque no he tenido un buen ejemplo, viendo verano tras verano durante infancia y adolescencia la eficaz y bienhechora presencia de la tía Pilar. Los niños, como el lobo de Caperucita tiene unos ojos grandes… ¡Para vernos mejor¡. A un niño, aunque se pretenda, no se le engaña nunca. Saben ver más allá de las apariencias y eso es un gran responsabilidad para los mayores. Un niño, con su presencia está ayudándonos a ser mejores. Como ellos esperan que seamos. Los veranos en Samper, en casa de la tía Pilar, con su estupenda y bien servida comida y su aburrimiento – saludable y controlado por el buen hacer de los adultos – han sido una de las mejores cosas de mi vida.
Por eso cuando vienen mis nietas, a la salida del Colegio a pasar la tarde conmigo es para mi además de un placer, un reto. Y no me resulta difícil evocar la entrañable figura de la tía Pilar – hermana de mi madre - que casada y sin hijos con el Médico Titular de Samper de Calanda, pasó allí su vida, querida por todos, acariciando cuando algunas veces hablaba con mi madre en esas largas tertulias que podían tener pocos días al año, el sueño de una imposible vida en Zaragoza, que solo se cumplió cuando ya viuda, pasó hasta su muerte sus últimos años - más allá de los noventa – en la Residencia de las Angélicas, al ladito mismo de la Basílica del Pilar.
Y no es que la tía Pilar, no tuviera defectos, como todo el mundo. Los tenía. Ya he dicho que los niños lo ven todo. Pero nos dio, a mi hermana y a mí, ejemplo y cariño; y al menos yo, se los perdonaba. Pensando vagamente, que era cuestión de tiempo que se desprendiera de ellos. Posiblemente fue así, Creo que al final de la vida, Dios nos libera de ellos y se desprenden de nosotros – arrugaditos como tortugas – como una vieja piel.
Las abuelas hoy, con tiempos que todos conocemos, tenemos, una gran misión por delante y somos más necesarias que nunca.