25 enero, 2011

Diocleciano

El nombre de Diocleciano, me recuerda a la madre Felisa, no se bien por qué, puesto que aún no habíamos estudiado las persecuciones a los primeros cristianos. Seguro que nos contó algo de ellas y la enjundia del relato hizo que se me gravara el nombre del emperador romano. Este domingo, el sacerdote empezó su homilía diciendo: “Estos días hemos celebrado las festividades de San Sebastián, Santa Inés y San Vicente Mártir, los tres murieron en la persecución de Diocleciano…” Luego nos habló un poco de éste último santo: año 305, diácono del obispo Valero y que fue martirizado en Valencia y es patrono de la misma y de su archidiócesis.

Apenas celebrada la Navidad, ya está ahí la lapidación de San Esteban por los judíos, y las persecuciones de los emperadores romanos.. El año empieza con fuerza. El tiempo es breve y conviene ponerse las pilas: estar en la realidad. No era mal asunto que a las niñas nos hablaran pronto de los mártires, para ir sabiendo a que atenernos. Luego sería fácil enseñarnos a luchar contra nosotras mismas: no quejarse, dominar la sed, cortar una conversación inconveniente.. El principio de una vida debe estar asentado en la verdad.

Abriendo “Forja” al azar suelo encontrarme con este punto:

“Desde que Jesucristo Señor Nuestro fundó la Iglesia, ésta Madre nuestra ha sufrido continua persecución. Quizá en otros tiempos las persecuciones se hacían abiertamente, y ahora se organizan muchas veces de modo solapado; pero hoy como ayer se sigue combatiendo a la Iglesia.
- ¡Que obligación tenemos de vivir, diariamente, como católicos responsables¡