20 enero, 2011

Entre libros anda el juego

Acabo de leer un párrafo del “Diario de la Divina Misericordia” de Santa Faustina Kowalska, que no puedo menos que transcribir. En esté está puesto en “negrilla” lo que el Señor decía a Faustina, a veces viéndolo y a veces no. Es fuerte eso de que conozcamos textualmente el diálogo del Señor con una monja. Ti sino para las almas Aquí está:

Hoy no he tenido ganas de escribir; de repente he oído en mi alma una voz: “Hija mía no vives para las almas. Escribe para el bien de ellas. Conoces mi voluntad en cuanto a escribir, te la han confirmado muchas veces los confesores. Tú sabes lo que más Me agrada y si tienes alguna duda sobre Mis palabras, sabes a quien debes preguntar. Le concedo luz para que juzgue Mi causa, Mi ojo lo protege. Hija mía frente a él tienes que ser como una niña, llena de sencillez y sinceridad, antepón su opinión a todas mis peticiones, él te guiará según mi voluntad; si no te permite cumplir Mis solicitudes, quédate tranquila, no te juzgaré por ello; este asunto quedará entre yo y él. Tú debes obedecer.”

¡Menudo párrafo, como para leerlo despacio dos veces de vez en cuando¡

He cogido el libro de Santa Faustina, porque Juan Pablo II la canonizó, difundió los escritos de la santa polaca: sobre la gran Misericordia de Dios, e instituyó la fiesta de la Divina Misericordia: domingo siguiente al Domingo de Resurrección. Él, murió el 2 de abril del 2005 la víspera de esta fiesta, que cayó así ese año. Y este año, cae el 1 de mayo. Además empieza el mes de la Virgen y es San José Obrero – y Juan Pablo II lo fue. Benedicto XVI, que quería entrañablemente al Papa anterior, está en todo.