De “El Diario de la Felicidad”
“Tal vez no insistimos suficientemente en el hecho de que la Jerusalén celeste no será “otro” mundo, sino éste mismo, desembrujado con otros sentidos y valores y a otros niveles de pureza e intensidad; pero no separa del imaginario de los seres creados a imagen y semejanza de la divinidad.
Al viejo Haydn le preguntaron porque su música religiosa es alegre, en lugar de ser ceremoniosa y solemne.
Respuesta: porque cada vez que pienso en Dios me embarga la alegría.”
“Los monjes son alegres, aunque de cara al mundo se abstienen de mostrarlo en público, pero su comportamiento secreto es otro; amargados solo están los diablos y los funcionarios, pero en el cielo, me apuesto lo que quieras no hay más que alborozo. ¿Cómo iba a ser de otra manera si el Redentor, nos dice claramente que allí no entras si no eres como un niño? ¿Cómo son los niños, son serios o poseen una irrefrenable alegría?"
“El profesor Tomescu me enseña la oración vespertina “Luz dulce” ( en rumano en el libro), cuyo encanto inefable me conquista desde el primer momento.
Como puede ser que los que saben esta oración desde siempre puedan preferir en su lugar el mantra “om maná padmè hom?
Y ya que estamos, ¿cómo pueden colocar la teosofía, el zen y el tantrismo por encima del evangelio?
"Luz dulce de la santa gloria” ¿hay otro verso igual en la lengua rumana?
En 1937, cuando se formó el gobierno en Navidad, Tomescu envió a todos sus colegas una Biblia.
( en aquel entonces, de rabia, yo me metí enfermo en la cama. Nevaba sin cesar)”
“El diario de la Felicidad” es de Nicolaie Steinhard. Pertenece a la generación de entreguerras que ha dado a la literatura rumana nombres de talla internacional como Mircea Eliade ( del que fue compañero de instituto), Emil Ciorá y Eugen Ionesco. “El Diario de la Felicidad” (1991) es en la actualidad el libro más leído en Rumanía con más de 200.000 ejemplares vendidos.
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