25 agosto, 2010

El diablo

“Gherla, 1965, celda 87 ( tras una conversación con el padre I.P)

¡Pase que no creas en Dios¡ No todo el mundo tiene suficiente cerebro para concebirlo o suficiente alma como para conocer su amor. ¡Pero que no creas en el diablo¡ ¡ Eso no se entiende¡ ¡ Por amor de Dios¡, tenemos suficiente material perceptivo para poder sentir al diablo a nuestro alrededor, siempre al acecho, agitándose, enredando, dando coletazos – “waiting, como Mr. Miacawber, for something to turn up”, igual cae algo –siempre a nuestra disposición, aprovechando cualquier ocasión, listo para cualquier llamada, camarero atento, incansable pedigüeño que se contentra con cualquier cosa. No hay que olvidar que su principal táctica, bien conocida por Thomas Mann, Dostoyuevski y todos los que lo han estudiado de cerca, consiste en pretender hacer creer qiue no existe. Cuando Lucero le arrojó el tintero, hizo lo más natural – y lo más inteligente – de toda su vida.”

(“El Diarioi de la felicidad”,N. Steinhardt,Ediciones Sígueme, pág 558)