13 agosto, 2010

Chispa

Una buena chispa sería continuar estando conectada en “La Virgen de la Vega” desde dónde escribo.. Hace un momento lo estaba. Veremos. Hoy es el santo de las Auroras. Yo tengo en el cielo una buena amiga Aurora. A ella le encargo la conexión para los días de mi estancia aquí. Tengo dos Auroras más a las que debo atención y cariño, cuyos nombres familiares son Bori y Chispa. Por las dos, en paradero desconocido, he rezado bastante, para que sigan siendo buenas.

De niña conocí a una Aurora que entonces era “pollita”, tenía quince hermanos. Sus padres y mis padres eran amigos. Y aunque graciosa de cara, su padre la consideraba feucha – muchas de sus siete hermanas eran francamente guapas. Quizá por eso, su padre, refiriéndose a ella le decía al mío, sonriendo: “A ésta la meteremos monja”. No era profeta: Aurora que en simpatía compensaba lo exótico de sus rasgos, no solo se casó sino que cuando su marido murió en accidente de coche - dejándole cuatro hijos - se volvió a casar con un hombre soltero, con buena carrera, con el que tuvo el quinto. Es de señalar que Aurora, como se entiende sin dificultad, no tenía un duro. Ahora eso sí, con tanto hermano curtida para la vida, estraba.

De los dieciséis hijos de un Director de Instituto con mucha fe, y casado con una mujer guapa y con simpatía: “monita” - diría mi madre – los chicos estudiaron todos carreras brillantes y las chicas hicieron todas buenas bodas menos una que se quedó soltera. He ahí un claro ejemplo de
que Dios ayuda a quienes cooperan con Él a traer hijos al mundo.

Hoy cumple 39 años mi yerno Nacho. El mismo día que los cumple su padre.