08 noviembre, 2009

Los suplementos culturales (I)

Ya hace años, y las cosas creo que no van a mejor, que decía Juan Luis Lorda en uno de sus artículos, hablando de los suplementos culturales aparecidos en los periódicos, que él al principio leía con gusto hasta que empezó a pasarle, como al protagonista de “La náusea” de Sastre. Después de esa lectura, le invadía una vaga angustia y un sentimiento de opresión. Propone un experimento:

“Hacerse con un rotulador rojo y con tres suplementos culturales principales de una semana cualquiera. Subrayar en rojo cada vez que en las novelas recomendadas aparezca un personaje desestructurado; un tránsfuga de la vida, un acosado por el sinsentido. Y los argumentos desesperados y absurdos. Subrayar también las obsesiones sexuales ( no los hechos). Vertemos cuántas páginas enrojecidas.”

“Después en las entrevistas, comentarios y ensayos subrayar cada vez que alguien declara que todo es relativo y que ya no queda ningún valor y que él personalmente está de vuelta de todo y no cree en nada. Fijarse además en el recurrente vocabulario con que los críticos alaban una novela o ensayo. Subrayar cada vez que dicen que es provocador, polémico, transgresor y que ha suscitado escándolo. Lizar y transgredir se ha convertido en valor literario y objetivo intelectual. Deben quedar poquísimos inocentes en condiciones de ser escandalizados y desde luego nada que transgredir.”

Al ver tanto enrojecido, se verá que estos suplementos no son útiles para gente joven. Antes les quitarán el gusto por la vida que despertárselo por la cultura. Para la tradición humanística, que es la mía, es cultura lo que cultiva y estructura a la persona. Pero este conjunto de desestructuraciones e inhumanidades no está en condiciones de estructurar a nadie. Es lo que hay con escasas excepciones.”

Seguiré copiando. Todo sea por tratar desenrarecer la atmósfera. Por insuflar oxigeno en ella.