De ésto y de aquello
Miguel de Unamuno escribió una serie de ensayos bajo el título. “Contra ésto y aquello”. Hay que reconocer, que el bueno de Unamuno era un tanto cascarrabias. Aprovecho su título para escribir unas líneas de esto, aquello y lo de más allá. A mí gusta más no ir contra nada sino a favor de.. Aprovecho en parte su título para
escribir de ésto, de aquello y de lo demás allá.
Así pués, a salto de mata escribo, como se vive, llevada un poco por “la loca de la cas”, como Teresa de Jesús llamaba a la imaginación y, que yo creo que tan loca no ésta, Unamuno, una de las muchas veces que opositó, dijo arrogantemente “según fulano de tal (una autoridad en la materia)… pero según mi opinión…”. Lo suspendieron. Pero ¡cómo lo comprendo¡ Unamuno se ve que había leído muchas veces: “Habéis oído que se dijo, pero Yo os digo..”
Escribo pues a salto de mata, como se vive, y así se va andando el camino, con más o menos aprovechamiento. Reciclándolo todo, porque todo sirve. Nada cae en saco roto, porque no solo la naturaleza, dónde absolutamente todo se aprovecha, sino que hasta al mismo Señor de ella, hemos oído decir a sus apóstoles que guardaran los mendrugos sobrantes, después de la multiplicación de los panes.
En esto del reciclaje echo de menos el corral de la casa de mi tía Pilar en Samper de Calanda. Aquello era emocionante: no solo las niñas íbamos al corral, con Mary Carmen, a buscar los huevos que acababan de poner las gallinas, a ver el cerdo y como los conejos corrían a esconderse en sus madrigueras, sino que levábamos allí las peladuras de patatas, melón y sandía y de los los magníficos melocotones de Calanda, las pepìtas de las calabazas, las sobrasos tomates y pepinos…Una gozada, una fiesta de color de la que las gallinas – “titas, titas, titas” – daban buena cuenta.
Por aquellos tiempos, mi primo Ángel César de seis años, que también frecuentaba el corral, un día sentado encima de la mesa del comedor dijo , alegremente: “Mi padre manda en mi madre, mi madre manda en mí, yo mando en las gallinas, todos mandamos aquí.”
A falta de gallinas tengo, para el reciclaje orgánico, mi saquito de mendrugos. Mis hijos de pequeños, y alguna vez mis nietos, rallaban ese pan, tan útil para rebozar, y según el nivel alcanzado en el bote de cristal, se ganaban un dinerito. Pero ahora quien da cuenta de ese pan duro soy yo. A veces me dá por desayunar café con leche con sopas, como en la post-guerra. Si se le pone bastante azúcar esta buenísimo y a mí el comerlo, me da buen rollo.
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