01 abril, 2009

De ayer y anteayer

El 30 de marzo me enteré a la hora del café que no había obstáculo para bautizar a Álvaro. Un alegrón. Se lo había pedido mucho a D. Álvaro del Portillo. Enseguida Marta y yo nos pusimos en contacto con el párroco y el día 7, Dios mediante, a las 5 de la tarde Álvaro, que es un niño precioso, será hijo de Dios, la Santísima Trinidad habitará en su alma en gracia y le serán infundidas las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Quiere esto decir, entre otras cosas que cuando se le hable de religión: entenderá.

La gran alegría del bautismo es saber su carácter indeleble. Desde ese momento el niño es de la familia de Dios y Dios no deja las cosas a medias: “El que ha empezado en vosotros la buena obra, la llevará hasta el final”.

El bautizo de Álvaro, que nació el 2 de septiembre se ha gestionado el mes de marzo. D. Álvaro del Portillo nació un 11 de marzo y murió un 23 de marzo.

Siempre el 31 de marzo, día en que yo empecé este blog, recuerdo que el 31 de marzo de 1925 San Josemaría empezó a ejercer su ministerio sacerdotal en Perdigüera ( a 24 Kms de Zaragoza) y se hospedó en casa de un campesino Saturnino Arruga y su mujer Prudencia Escanero que tenían un hijo que iba por ahí todo el día con las cabras y al que San Josemaría daba catecismo para que pudiera hacer la primera comunión. Cuando éste le preguntó qué le gustaría hacer si fuera rico, el chico le contestó: “¡ Me comería cada plato de sopas con vino¡” al hilo de esto San Josemaría escribió:

“ Todas las ambiciones son eso; no vale la pena nada. Es curioso, no se me ha olvidado aquello. Me quedé muy serio y pensé: Josemaría está hablando el Espíritu Santo. Esto lo hizo la Sabiduría de Dios, para enseñarme que todo lo de la tierra era eso: bien poca cosa”.

La tarde del 31 salí con Francisca, ( que sigue siendo un número), nos confesamos, oímos misa en Santa Catalina ( iglesia ) y luego me invitó a tomar un magnífico chocolate con churros en Santa Catalina (horchatería). Bona tarda, aunque trabajosa: a Francisca hay que oírla mucho, cosa compensada en parte por el oportuno ensartado de refranes. Ayer me endilgó dos: “ Una mano lava la otra, y las dos la cara” y “De molino cambiarás pero de ladrón no escaparás”.

Por la noche al abrir el bolso me di cuenta que no estaba la agenda. Pequeña tragedia. Allí va mi vida, mi D.N.I y mis tarjetas. Recé en cantidad pidiendo a Isidoro que apareciera. Hoy a medio día me ha llamado el rector de la Iglesia para decirme que allí estaba. No hay nada como tener amigos en el otro lado.